domingo, 22 de abril de 2012

Inquisición y Medicina. Dr. Enrique Esteban Morel

En la entrada de esta ocasión hablaremos brevemente sobre la Inquisición en la Nueva España y su relación con la Medicina, principalmente el caso del Dr. Enrique Esteban Morel, precursor de la Salud Pública y a quién nuestras instituciones le deben un lugar en la historia. El país se convulsiona entre crisis económica, campañas electorales e inseguridad y muy pocos tienen tiempo para recordar aún dentro del mismo gremio médico a nuestros antecesores, a los hombres que permitieron el paso del razonamiento y las bases científicas a la rama de la Medicina. Sea pues este un recordatorio de la vida y obra del Dr. Enrique Esteban Morel y una entrada dedicada a mi amigo el Dr. Francisco Doña, principal impulsor de este blog.


La Inquisición como método para combatir la heregía fue establecida en 1184 mediante la Bula del papa Lucio III “Ad abolendam”, como un instrumento para acabar con la herejía cátara. Fue el embrión del cual nacería el Tribunal de la Santa Inquisición y del Santo Oficio. En 1252 el papa Inocencio IV autorizó en la Bula “Ad extirpanda” el uso de la tortura para obtener la confesión de los reos. La Inquisición pontificia funcionó sobre todo en el sur de Francia y el norte de Italia. En España existió en la Corona de Aragón desde 1249, pero no en la de Castilla.
La Inquisición española fue creada en 1478 por la Bula del papa Sixto IV “Exigit sincerae devotionis” con la finalidad de combatir las prácticas judaizantes de los judeoconversos españoles. A diferencia de la Inquisición medieval, dependía directamente de la Corona Española.


                               Santo Domingo presidiendo un auto de fe de la Inquisición en Avila.
                                Pedro Berruguete. 1495. Oleo sobre tela. Museo del Prado. Madrid.

Posterior en lo que hoy denominamos América, 47 años despúes del arribo del almirante Cristobal Colón, don Alfonso Manríque, arzobispo de Toledo e inquisidor general español expidió título de Inquisidor apostólico al primer obispo de México, fray Juan de Zumárraga O.M.O., Fray Juan de Zumárraga estaba autorizado a ejercer el tribunal de la fe nombrando oficiales, señalando salarios y designando la manera de cubrir todos los gastos. Aunque el obispo formó proceso a un indio señor principal de Texcoco, probablemente nieto del rey poeta Netzahualcóyolt, no creyó prudente instalar la Inquisión en la Nueva España.

                           Fray Juan de Zumárraga. Primer Obispo e Inquisidor de la Nueva España.

Fue hasta el 4 de noviembre de 1571 que se estableció el Tribunal de la Fe en la Ciudad de México por Don Pedro Moya de Contreras. La jurisdicción del tribunal se extendía también a las Islas Filipinas. Al edificio de la Inquisición se le llegó a conocer como la “Bastilla Mexicana”; era un sólido edificio de tezontle que se erigía entre las calles de Sepulcros de Santo Domingo y la Perpetua, cuya entrada principal había ganado la denominación de “casa chata”. En ese lugar frente a la Plaza de Santo Domingo, los dominicos se habían establecido al llegar a México y posteriormente cedieron el terreno y la vieja construcción para que en ellos tuviera su sede el Santo Tribunal de la Inquisición.
A partir de entonces y hasta su disolución en 1820, como bien lo escribe el Dr. Alfredo de Micheli-Serra en su estupendo artículo “Cirujanos y médicos frente a la Inquisición Novohispana” los médicos juzgados por el Tribunal del Santo Oficio novo-hispano, en los dos y medio siglos de su existencia, fueron pocos, y ninguno de ellos bajo cargos de carácter científico o profesional.


                      Palacio del Tribunal de la Santa Inquisición.
                                     Plaza de Santo Domingo. Ciudad de México.

En 1779 se presentó en la Nueva España una epidemia de viruela, el gobierno virreinal ordenó la realización de un documento cuyo objetivo era convencer a las autoridades en general de la junta de sanidad y a las clases acomodadas de las cualidades de la “inoculación”, el encargado para realizar dicho trabajo fue el Dr. Enrique Esteban Morel, originario de Aubagne (Marsella), la Dra. Ana Cecilia Rodriguez de Romo en el articulo “Inoculación en la epidemia de viruela de 1797 en México: ¿ Mito o solución real?”, nos dice que el citado médico era judío y llego a estas tierras huyendo de la Inquisición, de ser cierta esta afirmación el resultado sería catastrófico como veremos más adelante. Lo cierto es que el Dr. Morel se dió a la tarea de realizar dicho trabajo, convirtiendose en Benemérito de la Salud Pública por haber introducido en la capital virreinal el procedimiento de la inoculación antivariolosa.
Esencialmente la inoculación consiste en introducir la secreción de las pústulas virulentas de una persona enferma en otra aparentemente sana. La idea era producir “viruelas benignas” aunque a veces se causaban infecciones serias. La inoculación ya se usaba en Europa en el siglo XVIII, los maravillosos relatos de Lady Mary Montagu y sus referencias orientales a la variolización son muy atractivas, sin embargo el procedimiento no estaba ampliamente difundido en América. En la epidemia de 1779 el Dr. Enrique Esteban Morel informó al Ayuntamiento que la inoculación era útil para combatir la viruela y éste le pidió escribir sobre el asunto, ofreciendole una paga y la publicación del escrito. El Dr. Morel redactó el texto y también inoculó a algunas personas con su propio dinero, el gobierno virreinal nunca publicó su trabajo y le pagó hasta 1782 después de una larga disputa.
El documento del Dr. Enrique Esteban Morel consta de 60 hojas, en el desarrolló una larga disertación política y un profundo estudio histórico sobre la enfermedad y el procedimiento, sin embargo la falta de visión de las autoridades virreinales que sabiendo lo frecuente y devastadora que era la viruela, no tomaron ventajas del documento ni organizaron planes para evitar otra catastrofe. La siguiente epidemia se presentaría tan solo 18 años después, en 1797 y las circunstancias que envolverían a esta serían diferentes, sería la última epidemia antes de los hallazgos publicados por Edward Jenner y de la Expidición del Dr. Francisco Xavier de Balmis, esta última epidemia del siglo XVIII  ya no sería vista por el Dr. Enrique Estaban Morel pues había muerto 2 años antes en una celda de la Inquisición.
El 15 de febrero de 1795, en la celda secreta No. 22 puso fin a sus días el Dr. Enrique Esteban Morel. Estaba preso por ser partidario de la ideología de la Revolución Francesa iniciada 3 años atrás. Según la costumbre del Santo Oficio, la causa contra Morel no se detuvo a consecuencia de su muerte. El domingo 9 de agosto de 1795, a las siete y media de la mañana, dábase inicio a un auto de fe en la Iglesia de Santo Domingo. Había la efigie del infortunado médico “herej formal, deísta, materialista con visos de ateísta y suicida voluntario, reconciliado en estatua por haber dado señales de penitencia en los últimos terminos de su vida”. El auto que debió ser el último de esta clase, duró desde las seis y media de la mañana hasta las seis y media de la tarde.


                                        Escudo del Tribunal de la Santa Inquisición. México.

El tribunal del Santo Oficio de la Inquisición de la Nueva España cesó definitivamente sus funciones el 31 de mayo de 1820 por el decreto de supresión emanado de las Cortes Españolas del trienio liberal. El portenso y exquisito edificio, sería sede de la Escuela de Medicina durante el siglo XIX e inicios del siglo pasado.


Para leer mas:Micheli-Serra Alfonso. Cirujanos y médicos frente a la Inquisición Novohispana. Gac.Med.Mex.Vol.139.No.1.2003
 Rodriguez de Romo Ana Cecilia. Inoculación en la epidemia de viruela de 1797 en México:¿Mito o realidad?. Depto.Hist.Fil.Med.Vol.III1997.
Rosas Alejandro. El fin de la Inquisición. Relatos e historias de México. Num.36.Agosto de 2011.



jueves, 5 de abril de 2012

Fernando Maximiliano de Habsburgo y los Médicos.

Fernando Maximiliano de Habsburgo murió fusilado el 19 de junio de 1867 en el Cerro de las Campanas de la ciudad de Querétaro a los treinta y cinco años de edad. Con su muerte terminaba el llamado Segundo Imperio y la lucha que durante décadas habían protagonizado liberales y conservadores en México.
Maximiliano de Habsburgo.



Como ya vimos en las dos entradas pasadas de este blog, el ilustre Dr. Rafael Lucio Nájera atendió en su momento al monarca austriaco y al presidente Benito Juárez por igual, es decir, sin importar su propia ideoloía dignificó la profesión medica al atender a sus pacientes sin importar su credo, estatus o pensamiento político. Más sin embargo el Emperador fue atendido, durante su estancia en nuestro país por cuatro médicos, uno de ellos lo acompaño  hasta el último momento de su vida, nos referimos a su médico personal el Dr. Samuel Basch, médico austriaco de origen judío que había nacido en Praga en 1837, cuando el Imperio Austrohúngaro se extendía por media Europa. Su nombre completo es Samuel Siegfrid Karl Ritter von Basch. Llegó a México el 10 de febrero de 1866, acuartelándose en Puebla en calidad de médico militar de las tropas austríacas. Fue promovido por el Dr. Federico Semeleder para que ocupara el cargo de “médico ordinario del Emperador” a partir del 18 de septiembre de 1866, cargo que ocupó hasta la muerte de este, compartiendo incluso prisión en Queretaro.
Los motivos por los cuales el Dr. Federico Semeleder dejo de atender al monarca en nuestro país, los detalla la Dra. Magdalena Martínez Guzmán, en su magnifico articulo “Cuatro médicos personales del Emperador Maximilano de Habsburgo. 1864-1867”, y del cual hemos tomado información para la realización de esta y las entradas anteriores. Nos informa la Dra. Martínez Guzmán que el Dr. Semeleder ocupaba el sexto lugar en el orden  dentro de la comitiva de Maximiliano. Era su médico personal y de su esposa, Carlota de Bélgica. Y con ellos desembarcó en Veracruz a la llegada de los Emperadores a nuestro país.

El Emperador frecuentemente padecía de fiebres intermitentes, cuadros diarreicos disentiformes y malestar general a pesar de los tratamientos del Dr.  Semeleder, razón por la cual se decidió consultar médicos mexicanos, lo cual suena bastante razonable ya que el Emperador se enfrentaba ahora a comidas muy diferentes a las que estaba acostumbrado a comer, aún cuando su cocinero personal siguiera cocinando sus platillos europeos favoritos. Su secretario personal, Jose Luis Blasio, le llevo al Dr. Rafael Lucio, médico de gran prestigio en esta clase de enfermedades, y quien ya vimos, en la segunda entrada de este blog, lo atendió proporcionando el alivio que el paciente necesitaba. Fué este el motivo por el cual el Dr. Semeleder, presentó respetuosamente su renuncia al monarca.
Dr. Rafael Lucio Nájera.


El Dr. Samuel Basch entró en funciones como médico personal del Emperador dos meses después de la pártida de la Emperatriz Carlota Amelia a Europa en busca de apoyo y ayuda para el Imperio que se desmoronaba, se perdía y caía sin que nada ni nadie pudiera detenerlo. A Francia, el país invasor, el sostener al ejercito tan lejos de su país, le costaba ya una fortuna, solo con el ejército en México se podía sostener el Imperio y en el país los liberales a cuyo frente se encontraba el presidente con facultades extraordinarias Benito Pablo Juárez García, ganaban cada vez más espacio, adeptos y simpatizantes, aún cuando los Emperadores solo habían querido el bien para nuestro país.
El segundo médico mexicano que atendió al Emperador Maximiliano es el Dr. Miguel Francisco Jiménez, quien fué vicepresidente de la Sección Sexta de la Comisión Científica, Artística y Literaria de México, durante la intervención francesa. Su relación con el Emperador fue tanto profesional como administrativa, pues estaba convencido que el gobierno imperial podría traer la paz y dar pie al desarrollo tanto económico como cultural del país. Con el Dr. Samuel Basch tuvo desacuerdos en relación a los tratamientos médicos para el Emperador, aunque su fina presencia y el lustre de su profesión, fueron valorados por el monarca quien lo mantuvo cerca de él.
La vida de los jovenes Emperadores de México llegados de Europa a sido motivo de libros, articulos, peliculas, reseñas, obras de teatro, pero de entre todos y de manera personal creo que el libro del maestro Fernando del Paso, “Noticias del Imperio”, es la mayor investigación documental al respecto. En dicho libro se constata que la Emperatriz viajó a Francia en busca de ayuda y apoyo aun cuando el Emperador Maximiliano quería dimitir y volver a Austria, algo por demás imposible ya que existía un documento firmado antes de salir de Europa donde se asentaba que nunca regresarían a reclamar posesión alguna en aquellas tierras. La Emperatriz viajó a Europa  y con ello sobrevino la locura, si “loca” se volvió cuando subió al barco que la llevó de Veracruz, o durante la travesía o después de su entrevista con Napoleón III, o más tarde con el Papa Pío Nono, es algo que aún hoy esta en discusión y que será motivo de alguna entrada en este blog. Lo cierto es que unas semanas después del arribo de Carlota a Europa, el 18 de octubre de 1866, Maximiliano recibió dos telegramas, uno de Roma y otro de Miramar, su palacio a orillas del Adriático, en los cuales se le comunicaba que Carlota estaba enferma y que se había llamado al Dr. Riedel para que acudiera a Trieste. Maximiliano se encontraba con el Dr. Samuel Basch y le preguntó si había oído hablar del Dr. Riedel. Basch sin saber la causa de la curiosidad de Maximiliano, le dijo que Riedel era el director del manicomio de Viena. Tras estas revelaciones Maximiliano inicia los preparatativos para abdicar.
Dr. Samuel Basch.


Durante su función como médico de cabecera de Maximiliano, el Dr. Samuel Basch, escribió un diario que según se sabe actualmente, el Emperador tenía la intención de usar para redactar la historia de su guerra, cualquiera que fuese el resultado decisivo para su persona y su trono. La mayoría de estos datos se encontraban escritos en alemán y los menos, en español. El 12 de marzo de 1867 las tropas francesas abandonaron el país, ese fue el fin de la Intervenzión, para mayo del mismo año Maximiliano se encontraba sitiado por treinta mil soldados republicanos en la ciudad de Querétaro. Al caer prisioneros el Dr. Samuel Basch recibe la orden imperial de recopilar los documentos y realizar una obra que se titularía inicialmente “Los cien días del Imperio en México”, aunque el título final escogido por Basch fue “Recuerdos de México. Memorias del médico ordinario del Emperador Maximiliano. 1866-1867”.
A Maximiliano se le realizó Consejo de Guerra, y se fijo el 19 de Junio como fecha de su fusilamiento junto con los Generales Mejía y Miramón, el Dr. Basch nos dice que el Emperador escuchó misa a las cinco de la mañana junto con sus generales mexicanos y las seis y cuarto almorzó: carne, café, media botella de vino tinto y pan. Maximiliano le entregó a su médico su anillo nupcial y un escapulario los cuales deberían ser entregados a su madre en Austria una vez que fuera el encargado de llevar el cadáver a Europa, como  fianlmente sucedió. A las seis de la mañana comenzó el ascenso al Cerro de las Campanas, ocho soldados esperaban en doble fila para la descarga que pondría fin a su vida, y la del Segundo Imperio.



Fusilamiento de Maximiliano por Manet.


El Dr. Samuel Basch continua su práctica profesional, iniciando estudios sobre la tensión sanguínea a partir de 1876, fue pionero en el diseño del esfigmomanómetro. Construyó tres modelos que evolucionaron desde un modelo elemental auxiliado con un quimógrafo, uno de tipo aneroide y finalmente el de columna de mercurio en 1881. Este último, será modificado en 1896 por Scipionne Riva Rocci, médico italiano, quien con leves cambios, diseño el modelo que se utiliza actualmente. El Dr. Samuel Basch muere en Viena en 1905.

Para leer mas: Martínez Guzmán Magdalena.Cuatro médicos personales del Emperador Maximiliano de Habsburgo.1864-1867.Bol.Mex.His.Fil.Med.2003,6(1).
Del Paso Fernando. Noticias del Imperio. Segunda Edición Ilustrada. Editorial Diana. 1989.México D.F.





domingo, 11 de marzo de 2012

Dr. Rafael Lucio Nájera. Entre el Imperio y la República.

Esta segunda entrada del blog, versa sobre la vida de un eminente médico del siglo XIX en México. Espero les sea agradable y de interés lo escrito.

El 30 de mayo de 1886 a los sesenta y seís años de edad murió el Dr. Rafael Lucio Nájera, en la ciudad de México,  catorce años antes había sido uno de los tres médicos que junto con su entrañable amigo el Dr. Ignacio Alvarado y el gran Dr. Gabino Barreda,  habían atendido en sus últimos momentos al Presidente de la República  don Benito Pablo Juárez García, pero, por circunstancias del tiempo que le toco vivir, el mismo Dr. Rafael Lucio había sido médico del malogrado Emperador  Fernando Maximiliano de Habsburgo  durante la Intervención Francesa a nuestro país, convirtiendose así en Médico del Emperador y del más grande de los Repúblicanos.

Fotografía del Dr. Rafael Lucio Nájera.

El Dr. Rafael Lucio Nájera había nacido en Jalapa en el estado de Veracruz el 2 de septiembre de 1819, en 1838 viajó a la Ciudad de México para ingresar al Establecimeinto de Ciencias Médicas donde en 1842 obtiene su título de médico, siendo contempóraneo de una serie de grandes maestros médicos como el Dr. Luis Hidalgo y Carpio, de quien nos ocuparemos en otra entrada de este blog. Recién recibido de médico es nombrado Director del Hospital de San Lázaro, cargo que desempeño durante 17 años.
300 años atrás concretamente en 1528, el conquistador Hernán Cortés edificó en un terreno de su propiedad ubicado en la antigua Tlaxpana, el primer Hospital de San Lázaro, dedicado a los “lazarinos” o “leprosos” no solo de la Nueva España sino de América. Por desgracia su existencia fue efímera, ya que Nuño de Guzmán, para quedarse con el predio, lo mandó demoler en 1532, alegando en su defensa que por allí pasaba el acueducto de la ciudad, de cuyas aguas se abastecían los enfermos, lo que significaba la posible trasmisión de la enfermedad a la ciudad.
En 1572, cuando el número de enfermos era ya considerable surge, dice el Dr. Latapí, como flor del espíritu cristiano, la figura ejemplar de Pedro López, médico español, que funda el Hospital de San Lázaro, refugio durante tres siglos de los leprosos de México, es a este Hospital a donde llega como director el Dr. Rafael Lucio, dedicando en lo subsiguiente su vida a la investigación de esta enfermedad.
El Hospital fue abandonado en 1862 por razones de economía cuando el establecimeinto estaba prácticamente en ruinas y el país se desmembraba en las continuas guerras entre bandos de conservadores y liberales.
El Dr. Rafael Lucio Nájera fue a partir de 1845 profesor adjunto de la Escuela de Medicina. En 1847 enseñaba Medicina Legal y, en 1851, ganó la catedra de Patología Interna. Miembro fundador de la efímera Academia de Medicina, primer antecedente de grupo colegiado de Médicos, junto con otros médicos también importantes como Leopoldo Río de la Loza, Casimiro Liceaga, Miguel Francisco Jiménez, Mariano Ortega, Manuel Carpio y Agustín Andrade. Esta Academia fundada en 1836, fue de breve existencia, no obstante el interés que reflejaron sus socios, en 1851 se inaguró una segunda Academia Médica, aunque también con una vida efímera. Fue hasta 1864 cuando el organismo definitivo inició sus actividades, año que corresponde al período del efímero Segundo Imperio.


En 1855 viajó a Europa y acudió a diversas clinícas y hospitales de Francia, donde deseaba  involucrarse en las nuevas tecnologías quirúrgicas y conocimientos más recientes de su profesión. Posteriormente regresó a México.
En 1861 el entonces Presidente de la República, lic. Benito Pablo Juárez Garcia, decidió la suspensión de pagos de la deuda de nuestro país con sus similares de Inglaterra, Francia y España, los tres países decidieron pedir por la fuerza el pago de dicha deuda, pero al ver que lo que realmente deseaba Francia era apoderarse del territorio Nacional dejaron solos a este país en su aventura de invasión. Las primeras tropas invasores francesas enviadas por Napoleón III desembarcaron e iniciaron la invasión, instigadas desde Europa por un grupo de conservadores mexicanos que se oponían a las medidas liberales del Presidente de la República el lic. Juárez  y éste comenzó su largo caminar por el país llevando la legalidad y el archivo de la Nación en una diligencia. La invasión francesa pretendía entronar a un Emperador europeo en México. Esto finalmente sucedió en la persona de Fernando Maximiliano de Habsburgo quien acompañado de su esposa Carlota de Belgica, desembarcaron en Veracruz a mediados de 1864, Maximiliano jamás regresaría con vida a Europa, Carlota lo haría “loca” para vivir durante 60 años más, una vida de fantasía y dolor.
Durante la invasión francesa, el Mariscal Aquiles Bazaine constituyó la Comisión Científica de México, siendo su Sección Sexta, la dedicada a Medicina y Veterinaria, de la cual el Dr. Rafael Lucio fungió como su tesorero y fundador. Su relación con el Emperador Maximiliano, fue muy cercana, ya que los atinados tratamientos para los padecimientos que el monarca presentaba, le valieron el agradecimiento de este último, otorgándole la condecoración de la “Cruz de la Imperial Orden de Guadalupe” en la clase de “oficial”. Fue junto con el Dr. Miguel Francisco Jiménez uno de los dos médicos mexicanos que atendieron al Emperador durante su estancia en nuestro país, los médicos personales del austriaco fueron el Dr. Federico Semeleder y el Dr. Samuel Basch, quien incluso compartió celda en Querétaro con el emperador  al final del imperio y acompaño al triste Maximiliano de Habsburgo hasta el Cerro de las Campanas donde finalmente sería fusilado en  julio de 1867.




Fernando Maximiliano de Habsburgo y Carlota de Belgica.
Emperadores de México 1864-1867.

El Dr. Rafael Lucio siguió ejerciendo su disciplina después de la caída del Imperio y de la restauración de la República, fue Director de la Escuela de Medicina en 1873 y 1885. Entre sus obras científicas se encuentran el “Opúsculo sobre el mal de San Lázaro o elefantiasis de los griegos” impresa en México en 1851. La obra escrita en colaboración con el Dr. Ignacio Alvarado, por primera vez describe la forma de Lepra “manchada” que había pasado inadvertida por autores anteriores. Esta forma de lepra también se conoce como “Lepra de Lucio”.

Por su amistad con el Dr. Ignacio Alvarado, médico personal del presidente Juárez, le correspondió al Dr. Rafael Lucio ser uno de los tres médicos que atendieron al Lic.  Benito Juárez en sus  últimos momentos de vida, como ya lo vimos en la entrada anterior de este blog. Por otra parte, también se distinguió por sus conocimientos de arte, y su dedicación a acumular pinturas de autores famosos. La gran calidad de éstas, le valió el reconocimiento de su famosa colección. Es autor de la obra “Reseña histórica de la Pintura Mexicana en los siglos XVII y XVIII", editada en México en 1864, con ediciones posteriores en 1889.


Benito Juárez. Presidente de la República de México.
1864-1868
Presidente de la Academia Nacional de Medicina en 1869 y 1881. El 16 de Septiembre de 1889, tres años después de su muerte se develó una estatua de cuerpo entero, fundida en bronce en el Paseo de la Reforma de la Ciudad de México; el entonces Presidente de la República,  Porfirio Diaz Mori había lanzado la convocatoria para que cada estado del país aportara dos estatuas de hijos ilustres de su estado (algunos la tuvieron más dificil que otros) la escultura fué donada por el estado de Veracruz su estado natal y en reconocimiento a la inteligencia, profesionalismo, generosidad y sabiduría de este ilustre médico del siglo XIX.

Escultura en bronce en Paseo de la Reforma.
Ciudad de México.



Para leer mas: Martínez Guzmán Magdalena. Cuatro médicos personales del Emperador Maximiliano de Hasburgo 1864-1867. Bol.Mex.His.Fil.Med.2003;6(1).
Rodriguez Obdulia. Monografía La lucha contra la lepra en México. Rev.Fac.Med.UNAMVol.46No.3Mayo-Junio 2003.

domingo, 26 de febrero de 2012

Benito Pablo Juárez García y los Médicos.

Este es el primer intento que realizo para  dar a conocer los gustos que tengo además de la medicina. El arte y la historia siempre se han ligado a esta actividad de mi vida, y es en este sitio que pretendo dar rienda a esos gustos. Espero  más de alguno encuentre aqui algo interesante o digno de comentar. Va pues esta primera entrada que dedico al Dr. Francisco Javier Mancera Hdez. por siempre apoyarme.


Benito Pablo Juárez García, Presidente de la República, murió el 18 de Julio de 1872, hombre que por igual a fascinado a historiadores y politicos, es quiza una de las figuras mas emblemáticas y representativas de la historia de México en siglo XIX.





Poco o nada se sabe de los hábitos alimenticios, higienicos o problemas de salud del ex presidente de México, aún cuando su vida estuvo llena de privaciones desde su infancia, logró llegar a los 66 años de edad en una época en que la mayoria de las enfermedades no tenían cura o su causa era desconocida. Mucho antes de la invención de los antibióticos y con rudimentarios (para nuestra epoca) medios de diagnóstico, al lic. Benito Juárez se le presentó un cuadro patológico, el 17 de octubre de 1870,  al que los periódicos denominaron "congestión cerebral". En la Camara de Diputados hubo serios temores, sus integrantes solicitan al diputado michoacano, Dr. Francisco Menocal visitara al sr. Juárez en su domicilio para valorar su enfermedad. Revisó al primer mandatario, encontró que su estado era grave, sus pulsaciones estaban disminuidas, eran de treinta por minuto, después de reposar y dormir unas cuantas horas las pulsaciones del presidente ascendieron a setenta. Dos días después el sr. Juárez había mejorado notablemente. Inicialmente se diagnóstico "congestión cerebral", posteriormente "paralisis del gran simpático". El cuadro repitió una semana después, el 24 de octubre, fué menos grave.




Durante el citado mes de octubre y durante varias semanas el Dr. Rafael Lucio Noriega se ocupó de atender al presidente, lo visitaba en Palacio Nacional.




El Dr. Rafael Lucio, nacido en Jalapa en 1819 fué uno de los dos médicos mexicanos que atendierón al emperador Maximiliano de Habsburgo, durante la intervención francesa en México, de la que Juárez fué el principal opositor.








El presidente se encontraba en funciones dentro del penúltimo periodo para el que fué elegido 1867-1871, por lo cual y dada la fragilidad de instituciones en la incipiente República restaurada, era de suma importancia velar por la salud del mandatario, de ahí que se pidiera al eminente Dr. Rafael Lucio Noriega que velara por la salud del licenciado a la par del médico de cabecera del presidente Dr. Ignacio Alvarado.




El 2 de enero de 1871 murió Margarita Maza, esposa del Lic. Benito Juárez, el presidente fué afectado emocionalmente, poco antes había sido reelecto, enfrentandose con ello a dos de sus principales colaboradores y amigos, el lic. Sebastian Lerdo de Tejada y Porfirio Díaz Mori. El primero se incorporó al gobierno como presidente de la Suprema Corte de Justicia, el segundo hizo un levantamiento armado llamando a la No Reelección.




Ese mismo año fué promulgado por el presidente Juárez el Código Penal Mexicano, el autor de la doctrina médica contenida ahí fue el Dr. Luis Hidalgo y Carpio, logrando que se aceptará que "el médico que asiste a un herido no ha de basar su juicio en las eventualidades y dudas de su pronóstico; sino que calificado después de haber observado, tiene datos bastantes para ilustrar a la justicia con una opinión fundada en la observación de cada caso".




En ese mismo orden de ideas, Hidalgo y Carpio hizo referencia a la ética que deben observar los médicos, en particular el secreto profesional.








El 20 de marzo de 1872, precisamente un día antes de su cumpleaños número sesenta y seis, el lic. Benito Juárez presentó un problema médico, el Dr. Ignacio Alvarado diagnóstico angina de pecho, pero hubo mejoría y trascurrieron varias semanas sin trastornos. El 8 de julio del mismo año presentó molestias y se prescribió una dieta de "vinos, media copa; jerez, burdeos, pulque, sopa, tallarines, huevos fritos, arroz, salsa picante de chile piquín, bistec; frijoles, fruta y café, para ingerirse entre una y dos de la tarde. En la noche, a las nueve, una copa de rompope, copa chica"





El anatomista y médico escoses Allan Burns publicó el primer libro sobre cardiopatías en habla inglesa en 1809. Creía que la angina de pecho era debida a algunas de las lesiones organicas de los vasos que nutren al corazón. Burns expuso la analogía entre la enfermedad de la arteria coronaria y la ligadura de una arteria periférica para apoyar sus ideas sobre la fisiopatología de la angina de pecho.




La introducción de la auscultación mediada por el médico fránces Rene Laennec, propició a los médicos un poderoso instrumento diagnóstico para ayudarles a evaluar las enfermedades del corazón y los pulmones. No obstante el estetoscopio, descrito por primera vez en dos volúmenes sobre la auscultación publicados en 1819, contribuyó a que se produjera un cambio en el área de interés dentro del estudio de las cardiopatías. En México fueron introducidos los métodos auscultatorios alrededor de 1823 por el Dr. Manuel Eulogio Carpio.


El 18 de julio de 1872 el presidente Benito Juárez murío. El Dr. Ignacio Alvarado le asistió ese día, expresa: "Serían las once de la mañana de aquel luctuoso día, cuando un nuevo calambre dolorosisimo del corazón lo obligó a arrojarse a su lecho, no se movía ya, el corazón latía debilmente, su semblante se demudó...y en el lance tan supremo tuve que acudir contra mi deseo a aplicar un remedio muy cruel, pero eficaz; el agua hirviendo sobre el corazón...." El tratamiento provocó que el presidente se quejara violentamente, dijo: "Me esta usted quemando", el Dr. Alvarado contestó amablemente: "Es intencional, asi lo necesita usted". Se llamo a los tambien médicos Dr. Gabino Barreda y Dr. Rafael Lucio quienes recurrieron a las inyecciones locales de solución de Morfina sobre el lado izquierdo del pecho para aliviar el dolor. A las 11.25 de la noche el Presidente de la República exhaló su último suspiro, esperando que fuera un síncope, el Dr. Barrera incendió un fósforo y lo acercó a los ojos del presidente para ver si la luz imprimía movimientos en las pupilas, no quedaba esperanza, finalmente había muerto el Presidente de la República.












El acta de defunción especifica "Neurosis del gran simpático" como causa de la muerte, terminó usado para describir el infarto agudo al miocardio que se usaría en el siglo por venir. Dicho documento fué firmado por los tres eminentes médicos que atendieron al presidente en los últimos momentos de vida.




Sería hasta cuatro años déspues de la muerte del Lic. Juárez que Thomas Lauder Brunton, el médico y frarmacologo escoses,  introduciría el uso del nitrito de amilo como tratamiento para la angina de pecho. Brunton encontró que la presión sangunea se aceleraba y el pulso aumentaba durante los ataques de angina. William Murrell publicó en The Lancet en 1879, el valor de la nitroglicerina como metodo eficaz para el tratamiento de la angina de pecho.




 El mando de la nación fué tomado por el Lic. Sebastian Lerdo de Tejeda Presidente de la Suprema Corte de Justicia y el 1 de diciembre de 1872 como presidente electo. Le sucedería Porfirio Díaz Mori quien en 1887 mandó colocar una placa en la recámara donde el Lic Benito Juárez falleció en Palacio Nacional, indicando la causa de la muerte y la hora.
Para leer mas: Fajardo Ortiz Guillermo. Médicos, muerte y acta de de función, Benito Juárez murió de neurosis del simpático en 1872. Rev. Fac. Med. UNAM Vol.49No.4Julio-Agosto,2006.
Martinez Guzmán Magdalena. Cuatro médicos personales del Emperador Maximiliano de Habsburgo.1864-1867.Bol.Mex.His.Fil.Med2003;6(1).
Rodriguez-Pérez Martha Eugenia. Luis Hidalgo y Carpio,editor de Gaceta Médica de México1818-1879.Gac Med Mex Vol.146No.2 2009.